Entre las diferentes casas del mundo encontramos en primer lugar los iglús. Este tipo de construcción responde a la perfección a esa necesidad que tiene el ser humano de proveerse de cobijo y abrigo sobre todo en las condiciones más adversas. Así, según podemos leer en el medio digital de la BBC, los inuit en Groenlandia instruyen a sus hijos desde bien pequeños a construir estas singulares viviendas. No en vano, entre el interior de un iglú y el exterior puede existir una diferencia de 20 grados centígrados, lo cual puede decantar la balanza entre la vida y la muerte. Para su construcción se emplea nieve y nada más, pero esta debe hallarse seca y firme. De lo contrario, resultaría imposible manipularla y cortarla con una sierra.
El siguiente ejemplo de casas típicas del mundo lo tenemos en la barraca valenciana. Según detallan en un artículo del diario Las provincias, este tipo de construcción destaca por un tejado muy inclinado a dos aguas. Este era el tipo de casa donde vivían familias de agricultores o pescadores. Normalmente estas viviendas se construían en las proximidades de la huerta valenciana a partir de materiales tan sencillos como barro, juncos, cañas y carrizos.
En Rusia también encontramos ejemplos de viviendas típicas como la isba, una modesta cabaña de madera. No en vano, según podemos leer en el medio Russia Beyond, que la piedra escaseaba en Rusia, pero en cambio la madera de pino o de abeto abundaba. Este tipo de viviendas destacan por un tejado a dos aguas cubierto de heno. Una isba típica dispone de una única habitación de aproximadamente unos 80 m2 que solían habitar unos diez campesinos. En esta pieza cocinaban, comían y dormían en torno al samovar (una especie de estufa). En cualquier caso, las isbas han perdido vigencia, pues ya no se suele vivir en ellas.
Otra de las casas típicas son las Hanok. Una vivienda tradicional de Corea del Sur que hoy en día se han reconvertido a casas de uso turístico. Estos hermosos edificios, tal y como refieren en el magazine Xiahpop (dedicado a la cultura asiática), estaban construidos con barro, piedras y madera. Aunque actualmente los techos de las hanok están realizados con tejas, antes se empleaba paja. Por su parte, las columnas y las vigas también eran de madera.
En último lugar, tenemos que referirnos al riad, que significa ‘jardín’ en árabe. En Cerodosbe nos explican que esta vivienda se estructura en torno al patio central. A partir de este, se distribuyen las habitaciones, el salón, la cocina y las dependencias de servicio. Esta clase de vivienda, que luce cerámicas geométricas, se mantiene fresca durante el verano gracias a su techo abierto.
En definitiva, en cada parte del mundo encontramos diferentes tipos de vivienda que tratan de adaptarse al clima circundante. Los iglús quizás encarnen el ejemplo más claro de vivienda que se construye en las circunstancias más extremas para la vida. Lo cierto es que la mayoría de estas viviendas se emplean materiales muy básicos como la paja o el barro. También hallamos en ellas un denominador común: la durabilidad. De hecho, muchas de ellas, tras la correspondiente rehabilitación, se han reinventado para fines hoteleros. Sobre todo para alojar turistas internacionales como ocurre con las hanok, según podemos leer en Korea.net, un portal de turismo coreano.
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