Suelo radiante, radiadores de bajo consumo, calefacción solar… ¿Cuál es la mejor solución para nuestra vivienda? A priori el panorama puede ser un tanto confuso pues no sabemos ni siquiera en qué consisten algunas de estas opciones y mucho menos si son lo más apropiado.
En el caso del suelo radiante, hemos de saber que este sistema consiste en una red de tubería plástica que se instala bajo el pavimento y de una capa de mortero, mezcla similar al cemento, pero con la diferencia de que contiene un añadido de arena. Esta instalación permite que circule el agua, tanto caliente como fría, por el interior del suelo. Por lo tanto, funciona tanto como sistema de calefacción como de aire acondicionado. Lo cierto es que estamos ante un calor agradable con gran sensación de confort. Además, el suelo radiante puede funcionar mediante energías renovables, aunque es cierto que el alto precio de su instalación puede suponer un hándicap para muchas economías. A día de hoy, según ciertos expertos, está considerado como el sistema que proporciona el mayor confort a los usuarios, pues se evitan las molestas corrientes de aire o la sequedad ambiental.
Por su parte, los radiadores de bajo consumo son un sistema de calefacción sin obras, puesto que apenas requieren instalación. Sin duda alguna, este último aspecto convencerá a muchos que buscan algo rápido que no les ocasione excesivos quebraderos de cabeza. Sin embargo, Carlos Gutiérrez, responsable de la web sobre energía Nergiza.com y autor de la Guía definitiva para bajar tu factura de la luz, asegura que “la calefacción eléctrica es uno de los sistemas más desastrosos para nuestro bolsillo mes a mes, aunque la facilidad y economía de la instalación pueden hacer picar a algunos ingenuos”. Los fabricantes de esta clase de radiadores, también llamados de calor azul, afirmaban en sus inicios que en vez de aceite, el radiador contiene un fluido usado en la misma NASA, el cual permite aguantar el calor durante mucho más tiempo. Por lo tanto, según defienden, podríamos apagar el aparato y seguir disfrutando del calor.
En contraposición a la calefacción eléctrica tenemos la solar. A estas alturas todos sabemos que este tipo de sistema aprovecha los rayos del sol para convertirlos en energía eléctrica o térmica. Una de las mayores virtudes de la calefacción solar, además de que es una fuente inagotable y no contaminante, es que es gratuita. Así, aunque el desembolso inicial para su instalación puede ser considerable, en unos cinco años (que es el plazo estimado) se puede amortizar e incluso vender el excedente de lo que produzcamos. Lo cierto es que la calefacción por energía solar ha sido una de las aplicaciones que más interés ha despertado en los últimos tiempos. No en vano, la calefacción de edificios demanda grandes cantidades de energía y, por lo tanto, de dinero. No obstante, la calefacción solar es una firme candidata para estos menesteres.
En definitiva, medita bien tu compra, pues de una buena decisión depende no solo un mayor o menor consumo en el hogar, sino también el confort que todos queremos. En la decisión también pesarán las características de nuestra vivienda (no es lo mismo climatizar una casa pequeña que una grande) o su orientación al norte, sur, este u oeste. Recuerda que el suelo radiante presenta como principal desventaja su alto precio, aunque crea un calor muy agradable. Por su parte, los radiadores de bajo consumo se instalan sin grandes obras y a un precio relativamente barato, pero puede tener como contrapartida unas facturas algo elevadas a pesar de que su nombre puede llevar a equívoco, pues la electricidad no suele ser una energía barata. Por último, la energía solar, cuya instalación no es barata, puede compensar a largo plazo.
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