Hace tan solo unos años las piscinas de sal eran una apuesta minoritaria, pero cada día son más evidentes las ventajas del agua salina, por lo que estas últimas empiezan a ganarle la partida a las de cloro. Si todavía no conoces sus bondades, te ponemos al tanto de ellas en el presente artículo.
Para empezar, muchos usuarios se preguntan por qué no hace falta usar cloro en esta clase de piscinas. Lo cierto es que la sal se convierte en cloro al disolverse en el agua en una cantidad de cinco gramos por litro y pasar por una célula electrolítica de titanio. Por este motivo no hace falta añadir ninguna pastilla de cloro al agua, según detallan en un artículo de El Ideal Gallego.
Además, los beneficios del agua salada son más que evidentes, dado que podremos disfrutar de agua de mejor calidad sin necesidad de agregar cloro químico. De hecho, no podemos pasar por alto que muchas personas padecen sensibilidad a dicha sustancia que les provoca problemas de piel, como irritación o sequedad, además del habitual enrojecimiento de ojos.
Pero ¿cómo funcionan exactamente este tipo de piscinas con sal? Según podemos leer en un artículo de la revista AD, la principal ventaja que obtendremos al cambiar de una piscina de cloro a una de sal será económica. Pues, aunque la inversión inicial es importante, a largo plazo es la mejor opción. Para su uso se añade simplemente sal al agua, más o menos 5 kilogramos por metro cúbico. Es decir, entre 5 y 7 veces menos cantidad que la que hallamos en el mar.
Resulta muy cómodo este sistema al no ser necesario aportar nuevos productos químicos, ni siquiera para controlar el pH del agua.
Sin embargo, la opción de las piscinas de agua dulce sigue vigente al suponer una baja inversión de inicio, pese a que a largo plazo implican un mayor coste de mantenimiento al ser necesarios constantes productos químicos. También el medio ambiente se ve perjudicado con el uso de estas piscinas, pues liberan más CO2 a la atmósfera.
En Aelca somos conscientes de todo esto y valoramos los beneficios del agua salada, por lo que estamos ya apostando firmemente por este tipo de piscinas en algunos de nuestros actuales residenciales. Por ejemplo en Ansa, Mataró (Barcelona).
En conclusión, las piscinas de agua salada resultan más beneficiosa para nuestra piel y nuestros ojos, dado que el agua salina no irrita las mucosas. Además, merece la pena barajar la opción de las piscinas sin cloro químico también desde un punto de vista económico, dado que su mantenimiento resulta más sencillo.
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