Para ello se suele pedir una licencia de obras. En primer lugar, vamos a dejar claro en qué consiste. En concreto es el permiso que te concede el ayuntamiento para efectuar las mejoras que desees hacer tanto en tu casa como en un un local. Dependiendo de la envergadura de las obras necesarias podremos hablar de un permiso de obra mayor o menor.
Así, se suelen considerar como de obra mayor las siguientes:
En cambio, como ejemplos de obras menores encontramos los siguientes:
Ya te habrás percatado de que estas pequeñas reformas no afectan ni a la fachada ni a la estructura del edificio.
Normalmente para su concesión es preciso aportar una memoria descriptiva del proyecto que, sin duda, servirá para que el ayuntamiento pueda determinar qué clase de licencia se precisa. En cualquier caso, recuerda que cada Consistorio tiene normas y requisitos específicos que pueden variar, en definitiva, de una localidad a otra.
Así, en algunas ocasiones, basta que comuniques las obras a tu ayuntamiento en caso de ser menores. En este caso ya será necesaria la expedición de un permiso. Pero –como decíamos– todo depende de lo que haya estipulado al respecto la entidad local que en este aspecto es soberano.
En el caso de que decidas embarcarte en una reforma sin tramitar la correspondiente licencia de obras te puedes exponer a ser multado. Es posible que te denuncie un vecino o que el mismo ayuntamiento inicie de oficio el expediente sancionador tras percatarse de la existencia de la obra sin que se haya solicitado permiso para ello.
Te animamos a que eches un vistazo a este artículo en el que te explican los trámites precisos para realizar reformas y que te ayudará a entender un poco más el tema.
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