Los distintos presidentes de los EE.UU. nunca habrán podido quejarse de falta de espacio en esta mansión de color blanco inmaculado situada en la capital del país, Washington.
Así, en ella podemos encontrar 132 habitaciones, 35 baños, 28 chimeneas, 147 ventanas y 7 ascensores para desplazarse cómodamente por sus 51.000 metros cuadrados.
Esta villa la mandó construir George Washington, el primer presidente de la nación (1789-1797), y el encargo lo asumió el arquitecto James Hoban, que se inspiró en el Parlamento de Irlanda y en el Castillo de Rastignac en la localidad francesa de Dordogne.
De hecho, con este último edificio guarda una evidente semejanza.
Las obras de la Casa Blanca culminaron en 1800 y levantarla supuso poco más de 200.000 dólares de la época. Por lo tanto, George Washington no fue el primer inquilino, sino que fue su sucesor en el cargo, John Adams, el que estrenó la vivienda.
Aunque en sus inicios la casa presentaba un aspecto gris, ya que se utilizó piedra tallada de Escocia, luego fue remodelada debido a un incendio originado por el ataque del ejército británico en 1814 con motivo de la guerra que enfrentó a los dos países, tal y como nos relatan en este artículo de la BBC.
De esta manera, el edificio tuvo que ser reconstruido y ‘La casa del presidente’, como se llamaba por aquel entonces, se pintó íntegramente de blanco. Para los curiosos, todavía se conserva en el llamado ‘Balcón Truman’ parte de una columna grisácea que nos sirve para apreciar cómo era originariamente.
No fue hasta octubre de 1901 cuando el vigesimosexto presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, se refirió por primera vez a la vivienda presidencial como ‘White House’, o Casa Blanca.
Durante todo el siglo XX, la casa continuó siendo objeto de mejoras y se le incorporaron nuevos edificios a ambos lados. Sí, las famosas ala oeste y este.
Es imposible que podamos explicar en un solo artículo todos los lujos que se esconden en esta impresionante casa.
Solo en el sótano encontramos una sala de máquinas que reúne todo lo necesario para el correcto funcionamiento de la vivienda, también cuenta con una lavandería, una cocina e incluso una carpintería que funcionan durante 24 horas ininterrumpidamente.
Además, en la zona central delimitada por sus icónicas columnas se aloja el presidente y su familia. Todos ellos tienen a su alcance varias salas de reuniones, una biblioteca, una sala de mapas e incluso un solárium.
En definitiva, la emblemática Casa Blanca supone un fiel reflejo de la grandeza de un país como EE.UU. caracterizado por su riqueza.
Toda ella rebosa historia, ya que ha acogido a todos los presidentes de la nación, algunos tan populares como Lincoln o Kennedy. Por cierto, el edificio admite visitas, por lo que es posible admirar toda su belleza en primera persona.
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