Aunque es ahora cuando no cesamos de escuchar hablar de gentrificación, este concepto no es nada nuevo en las ciudades. De hecho, es algo consustancial a su propio desarrollo, pero sí que es innegable que circunstancias como el turismo y la especulación inmobiliaria lo han acelerado. Así, la gentrificación se produce cuando hay una mejora relativa de los espacios urbanos y es capaz de convertir zonas deprimidas y/o de familias con rentas bajas en barrios de moda ocupados por clases más pudientes.
Uno de los principales inconvenientes de la gentrificación es la subida de los precios de los alquileres, pues aboca a su población original a mudarse a barrios de la periferia donde los precios son más bajos.
Uno de los principales inconvenientes de la gentrificación es la subida de los precios de los alquileres, pues aboca a su población original a mudarse a barrios de la periferia donde los precios son más bajos. Pero también ofrece ventajas. Al respecto, según detallan en esta noticia del diario ABC, entre sus beneficios podemos citar la transformación de un barrio, a través de sus comercios, sus servicios e infraestructuras. También funciona como reclamo de la inversión que permite la rehabilitación de los edificios e incluso crear más empleo.
Normalmente, como destacan en este medio, la gentrificación se desarrolla durante unos 5 y 15 años aproximadamente. Primero suelen presentarse los inversores particulares, pero también es posible que se produzcan intervenciones municipales. Las pequeñas promotoras suelen interesarse más tarde y las de mayor tamaño siguen a estas.
Habitualmente las zonas que padecen la gentrificación suelen ser céntricas y populares. Un ejemplo de un barrio que está siendo objeto de este fenómeno es Chueca (Madrid) o el barrio de Gràcia (Barcelona). La calle Montera de Madrid, que actualmente se encuentra degradada, también es una de las calles susceptibles de gentrificación, pues ofrece un gran potencial al conectar dos zonas de gran relevancia en Madrid como la Gran Vía y la Puerta del Sol.
En el ya citado artículo del ABC nos recuerdan que la gentrificación fue un fenómeno que ya sucedió en los barrios de Malasaña y Chueca (Madrid) en la década de 1990. El proceso también se repitió en el Raval y el barrio Gótico (Barcelona). Todas ellas zonas céntricas habitadas por familias de clase media o baja en cuyo entorno había droga y cierta delincuencia.
En suma, la gentrificación ofrece tanto ventajas como inconvenientes y no es un concepto tan nuevo como creíamos. Lo cierto es que llevamos décadas asistiendo a la gentrificación de los diversos barrios como Lavapiés o Malasaña, pero sí que es cierto que el proceso se ha acelerado con la llegada del turismo y la especulación inmobiliaria que propician los altos alquileres.
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