El bajo consumo de las bombillas LED ha permitido que se consoliden en los últimos años como la opción más eficiente. Así, según explican desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), son las más duraderas del mercado y las que menos electricidad consumen. Aunque también resultan las más caras, pero a largo plazo se convierten en la elección más económica, pues nos permiten abaratar las facturas.
No debemos olvidar que las bombillas LED son un un tipo de bombilla de bajo consumo que ha permitido reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Lo cierto es que, según un estudio realizado por IHS Markit que podemos leer en Digitimes, previa suscripción, este tipo de bombillas han permitido reducir estas emisiones en unos 570 millones de toneladas durante 2017.
No obstante, las LED presentan una clara desventaja y es que son de muy difícil reciclaje. En este sentido, en un artículo del Diario.es, informan de que las empresas de reciclaje reconocen que solo se puede recuperar una pequeña parte de estas bombillas y el resto acaba en el vertedero.
¿Y cuál es la duración de las bombillas LED? Pues su larga vida útil es otra de las causantes del éxito de esta clase de luces. Según podemos leer en un artículo de Consumistas del diario El mundo, las lámparas incandescentes duran apenas 1.000 horas, las halógenas entre 2.000 y 4.000 horas, los fluorescentes y lámparas de bajo consumo entre 5.000 y 8.000. En cambio, las LED resisten unas 50.000 horas.
Aunque con respecto a esta cuestión la OCU se hace eco de un estudio realizado en toda Europa en el que se analizaron 46 modelos de bombillas LED. Las bombillas examinadas se tuvieron encendidas durante 10.000 horas. El citado estudio reveló que el 16 % de las bombillas no lograron superar las 10.000 horas de uso. Por lo tanto, no llegaron a las 25.000 o 30.000 horas que los fabricantes aseguran que pueden durar.
En cualquier caso, debemos tener presente que no todas son iguales y que, por lo tanto, podemos encontrarnos diferentes tipos de bombillas LED para casa. Así, según podemos leer en el portal Sostenibilidad.com, al elegir conviene prestar atención a características como la potencia en lúmenes, el ángulo de apertura y que sea conveniente para el fin al que vamos a destinarlo. También es importante el material de fabricación, pues cuanta más densidad de material activo, más eficiente y cara es la bombilla (da más luz).
El destino de la bombilla también conviene tenerlo en cuenta. Así, aquellas con un ángulo menor a 40º, son perfectas para el estudio o para iluminar un espacio pequeño y más localizado. En cambio, uno más abierto como 120º, por ejemplo, pueden servir para iluminar una estancia.
En definitiva, parece claro que las bombillas LED constituyen una excelente opción para el ahorro energético y, por lo tanto, para reducir las emisiones de CO2. No obstante, el principal inconveniente a día de hoy de esta clase de bombillas es su reciclaje, pues solo se puede recuperar una pequeña parte.
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