Seguro que cuando piensas en cómo vestir la cama en verano no te viene a la mente una colcha. Y es que puede parecer algo contradictorio hablar de colchas cuando estamos intentando refrescar la cama. Pero no nos apresuremos: estas mantitas también tienen su lugar en la ropa de cama de verano.
No hablamos de colchas gruesas y calientes, sino de materiales finos y frescos, que te tapan lo justo para no pasar frío en la madrugada. Sobre todo si eres de las personas que disfrutan durmiendo con la ventana abierta en verano, seguro que alguna vez has sentido ese exceso de frescura de las tres o las cuatro de la mañana.
Para esos casos, las colchas finas de algodón o lino son una opción estupenda. Además, como hay tanta variedad de tonos y estampados, son la solución perfecta para decorar tu cama durante el día.
Esperamos que este artículo sobre cómo vestir tu cama en verano te haya dado algunas ideas para refrescar tu dormitorio y prepararte para las noches más calurosas.
Las sábanas son las reinas de la cama en verano. De hecho, muchas personas no necesitan nada más para dormir, pero hay que escoger bien el material para que sean lo más fresquitas posible.
Los materiales con que están fabricadas deben ser 100 % tejido natural. Así, no solamente serán más frescas, sino que evitaremos problemas de alergias. Los tres mejores tejidos para las sábanas de verano son el algodón, el lino y la seda.
Las sábanas 100 % algodón son las favoritas de la mayoría de familias. No solamente son las más frescas, sino que transpiran muy bien, son suaves y resistentes.
El lino no es la opción más conocida entre los tejidos para sábanas de verano, pero cada vez es más frecuente verlo en tiendas. Es un material fino, suave y muy transpirable, que proporciona frescura a la cama.
La seda es un tejido súper suave, que te permite la máxima movilidad durante la noche sin ningún tipo de dificultad. Aunque no es el tejido más económico, es muy recomendable.
Muchas personas coinciden en que uno de los mayores placeres del verano es dormir cubierto con la suave levedad de una sábana y sentir el fresquito entrar por la ventana. Pero, recuerda que, cuando ese fresquito no entra y la noche se vuelve insoportable, también puedes dormir encima de las sábanas.
Los colores no solamente son decisivos a la hora de dar cierto estilo a la habitación. También juegan un papel fundamental en la regulación de la temperatura de la cama. Por eso, además de escoger un tono que te guste, presta atención a qué colores aportan frescura al dormitorio.
Huímos de colores que nos recuerdan al fuego y al calor, como el rojo o los tonos demasiado encendidos de violeta, fucsia o rosa, y apostamos por colores suaves y relajantes.
La combinación de blanco y azul no solamente aporta tranquilidad a la habitación, sino que nos recuerda al mar, que mentalmente relacionamos con la brisa marina.
El color verde tiene la capacidad de hacernos sentir más conectados con la naturaleza. Una opción que nos ayuda a reducir el estrés y nos evoca la frescura de los bosques.
Otros tonos, como los colores pastel, o los colores neutros, como el beige o el dorado, no solamente refrescan la habitación, sino que, de forma sutil aportan elegancia al ambiente.
No tenemos porqué limitarnos a colores lisos, porque los estampados también pueden tener un efecto refrescante. Los motivos florales, por ejemplo, nos recuerdan a la frescura que todavía mantiene la primavera.
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