El agua supone todo un lujo que empezamos a disfrutar partir de 1909 que es cuando llegó el preciado líquido a los primeros hogares españoles.
En primer lugar, necesitamos una fuente de agua de la que abastecernos. Normalmente las posibilidades son tres:
Desde los depósitos el agua emprende su camino hasta nuestras casas gracias a la red de abastecimiento pública. Después llega hasta la acometida que consiste en una derivación de la tubería de la red de distribución. También tenemos que hablar de la llave de paso. Esta última es una válvula situada dentro del edificio o en una arqueta en la fachada con la que se puede cortar el suministro del edificio o de una vivienda en particular.
A través de esta llave se distribuyen al resto de tuberías que acceden a los diferentes puntos de la casa y proporcionan agua.
Estas aguas son sometidas a un proceso de potabilización consistente en eliminar cualquier presencia de sustancias tóxicas como el cromo, el plomo o el zinc, así como algas, arenas, bacterias o cualquier presencia de virus.
El agua se potabiliza en las plantas potabilizadoras, aunque técnicamente se conocen como Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP). El proceso no es idéntico en todos los casos, pues depende de diferentes factores. Así, por ejemplo, si el agua procede de un río o un lago superficial, es preciso separar ciertos componentes del agua natural, además de limpiar las impurezas, filtrar y desinfectar con cloro u ozono.
Una vez potabilizada, se almacena en depósitos que suelen estar ubicados en puntos elevados. Así, se aprovecha esta altura para distribuir el agua por acción de la gravedad y sin que sea preciso, por lo tanto, recurrir al bombeo.
El agua que empleamos para lavar la ropa o la vajilla deja de ser potable. Así, esta queda recogida por los desagües y la derivan hasta los conductos del alcantarillado que la transportarán a la planta depuradora. En este punto se separan los contaminantes como aceites, tóxicos, comida, papel… La técnica para conseguirlo es dejar esta agua sucia reposando en unas balsas. Así, lo más pesado se depositará en el fondo. Este mecanismo permite que el agua depurada se puede recuperar y pueda ser empleada para distintos fines como, por ejemplo, el riego. Por su parte, la que se desecha se vierte en la naturaleza. En muchas ocasiones, el mar es el destino de todas ellas.
Lo cierto es que el milagro del agua potable en nuestros hogares encierra toda una infraestructura que puedes seguir estudiando en este artículo. En cualquier caso, recuerda que el agua es un recurso muy valioso. De hecho, se estima que únicamente el 0,4 % del agua del planeta es adecuada para el consumo humano. Así que cuídala.
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