Durante estos cinco siglos, los materiales más populares para construir eran las piedras, la madera y el barro. Aunque es cierto que en algunas regiones, como la zona occidental de la península, se empleaba con más profusión la piedra ya que era un material abundante. En cambio, en los Pirineos recurrían a la madera, mientras que en el sur preferían el barro dada su gran presencia en la zona.
Además, cuando utilizaban madera, no aguardaban a que ésta se secara, sino que la usaban cuando estaba todavía verde pues así resultaba más maleable y se ceñía mejor a sus necesidades. Los tabiques de las viviendas se levantaban con paja, pelaje de vaca, estiércol y barro húmedo.
No obstante, todos estos materiales presentaban el problema de que podían prender fácilmente pues era muy habitual el uso de las velas en el interior de las casas.
Por no mencionar los fuegos de las cocinas bajas para cocinar donde cualquier chispa podía desencadenar una tragedia.
El trabajo más importante lo realizaba el carpintero que asumía el encargo de elaborar el armazón de madera de la vivienda. Toda esta estructura –una vez lista– se trasladaba a lugar donde tenía que levantarse la vivienda.
Pero es cierto que la madera corría el riesgo de acabar pudriéndose con el transcurso de los años, por ello este armazón de madera se erigía sobre un plinto de piedra o ladrillo, que se colocaba antes que la estructura o una vez concluida ya la obra.
Evidentemente existían claras diferencias entre las viviendas de las clases más bajas y las de las altas. Así, por ejemplo, era habitual que los primeros se hicieran construir casas modestas compuestas por tan solo una estancia donde dormía, cocinaba y compartía vida toda la familia.
Dado que la mayoría eran campesinos solían guardar también todos los enseres y útiles de trabajo, además de las cosechas obtenidas.
En el caso de que la vivienda correspondiera a la de un artesano, como un herrero, se añadía un pequeño taller.
La casa, además, podía contar con un pequeño patio trasero en el que los habitantes cultivaban sus verduras. También podían disponer de un corral con gallinas, un pozo, un horno y casi siempre una letrina donde hacían sus necesidades.
Por su parte, los más adinerados eran los únicos que construían casas de dos plantas a base de madera y piedra. Su distribución no distaba mucho de cómo son las viviendas actuales de dos pisos.
Así, en el inferior contaban con varias estancias dispuestas alrededor de un patio interior. En estas estancias se recibía a las visitas. Mientras que en la superior se hallaban las habitaciones de todos los integrantes de la familia.
Lo cierto es que resulta curioso apreciar cómo van cambiando los materiales y la forma en la que construimos nuestros hogares.
A todas luces, la manera de hacerlo y el resultado obtenido ha cambiado sustancialmente, pues entonces debían acomodarse a lo que existía, como el estiércol o incluso el pelaje de vaca, para levantar sus casas. Unos materiales impensables en las viviendas actuales.
Si nos remontamos a la actualidad, podemos observar cómo han evolucionado las viviendas y la notable mejora que han experimentado en cuanto a los materiales y calidades.
Desde Aelca, te proponemos tres de nuestras exlusivas viviendas en las que encontrarás materiales con las mejores calidades:
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