Es posible que algunas de ellas ya las conozcas, pero muchas te serán completamente nuevas. Vamos a recorrerlas para que las tengas en cuenta en cualquiera de tus próximos viajes.
El conocido como pueblo azul ofrece una estampa única y un paseo por sus calles nos revelará una gran variedad de blancos y azules.
Lo cierto es que en esta villa son muy conscientes de su singularidad e incluso existe una agrupación vecinal que se encarga de que las casas y las calles se mantengan siempre con sus tonos tradicionales.
Una de las razones por las que Chefchaouen ha perdurado con este aspecto tan especial se debe a la prohibición que durante siglos ha regido en ella y que prohibía la entrada de extranjeros.
No en vano, tenía la consideración de ciudad sagrada.
Guanajuato es la capital del estado del estado de Guanajuato. Sí, ambas comparten el nombre.
Esta ciudad tiene el arcoiris atrapado entre sus calles como nos demostrará cualquier recorrido por sus calles empedradas.
Además, la presencia de Cervantes es más que patente, pues en ella encontramos el Museo Iconográfico del Quijote y el Teatro Cervantes e infinidad de actos dedicados al inmortal autor de El Quijote que prácticamente consideran nacido en la ciudad.
Pachuca es otra ciudad que reivindica el color como forma de vida.
En el año 2015, se pintó un enorme mural sobre 209 casas situadas en un cerro.
De esta manera, se obtuvo un impresionante lienzo de más de 20.000 metros cuadrados repleto de alegres colores.
No obstante, esta ciudad no es precisamente turística, pues es una de las más violentas de México y con este tipo de iniciativas tratan de erradicar la delincuencia entre los más jóvenes.
Jodhpur, en el estado de Rajastán o Rajasthan, al noroeste de India, sí que es una ciudad repleta de encantos turísticos. Así, hablamos de una urbe antiquísima, rebosante de historia y que, sin duda, te haría sentir como si anduvieras por una película de Indiana Jones.
Sus casas lucen un característico azul pues con este color- al parecer– se pintaban las viviendas de los Brahamanes (sacerdotes) y el resto de las castas acabaron adoptando esta costumbre. También se cree que este color arraigó porque simplemente creían que con él se lograba espantar a los mosquitos y mantenía frescos los interiores.
En ella hallamos el Santuario de la Verdad, playas idílicas, un mercado flotante, un gigantesco Buda esculpido sobre la ladera de una montaña y, por supuesto, sus casas de colores.
Pattaya es preciosa y en los últimos años ha tratado de evolucionar hacia un turismo más familiar para dejar atrás su fama de ciudad de prostíbulos.
Estamos ante otra localidad que se distingue por unas calles adoquinadas y rodeadas de casas vestidas de llamativos colores.
Anteriormente las viviendas no presentaban este aspecto, ya que se pintaron con motivo de la celebración de una fiesta musulmana. Al parecer, la idea gustó mucho ya que se ha convertido en parte de su esencia.
En suma, si eres de los que disfruta paseando por una calle donde el color sale a tu encuentro, no puedes negarte a visitar alguna de estas ciudades. En cualquier caso, si no quieres viajar tan lejos, en Villajoyosa (Alicante) tendrás una cita con el color.
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