Este escritor estadounidense fue un redomado viajero. Lo cierto es que recorrió gran parte de Europa, como París e incluso España donde ayudó a hacer un poco más internacional los Sanfermines de Pamplona.
Pero también tuvo una época en la que optó por vivir en la isla de Cuba, en concreto en la Finca Vigía que se convirtió en su hogar durante 20 años (desde 1940 a 1960). Esta vivienda se convirtió en un museo tan solo dos años después de su marcha. Su visita es toda una delicia pues se mantiene prácticamente intacta. El visitante podrá observar su biblioteca personal en la que se integran volúmenes de Galdós o Balzac, entre otros literatos reputados, además de deleitarse con la decoración en la que priman los carteles de corridas de toros en España o imaginar al escritor en una tertulia con amigos en el jardín.
La finca tiene una extensión de entre 4 y 6 hectáreas, y una abundante plantación de árboles de mango, pinos, palmeras y otras especies.
En este enlace podrás obtener más información acerca de esta emblemática finca que tanta literatura albergó en su interior.
Pablo Neruda es otro de los escritores que no solo nos ha legado una obra poética de envergadura, sino también una casa museo que nos permite conocer un poco más al autor de ‘20 poemas de amor y una canción desesperada’.
El versificador vivió en el piso tercero y cuarto de esta particular torre que embelleció con ventanas con forma de claraboya de barco.
La vivienda se inauguró con una sonada fiesta el 18 de septiembre de 1961. ¿Y por qué se llamó ‘La Sebastiana’? Pues en honor al primer propietario que la construyó, pero la dejó inconclusa ya que le sobrevino la muerte.
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Por supuesto, en España también tenemos excelentes ejemplos de casas museo. Así, podemos citar la Casa Cervantes. Dicha vivienda se ubica en el lugar donde, según los estudiosos, el literato nació y pasó sus primeros años de la infancia. La casa fue adquirida en 1954 por el Ayuntamiento de la ciudad con el fin de recrear en ella las costumbres, gustos y vida cotidiana de los siglos XVI y XVII.
En cualquier caso, es cierto que no podemos visitarla tal cual era en tiempos de Cervantes, pero sí que nos sirve para imaginarnos de una manera aproximada cómo fue su niñez.
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